España a la cabeza de la UE por desigualdad

La Comisión Europea, es decir el gobierno de la Unión Europea, ha suspendido a España por su muy alta cota de desigualdad en ingresos de la ciudadanía. La sitúa a la cabeza de los países europeos más desiguales. Más desigual que Bulgaria, más que la agredida y destrozada Grecia y más desigual que Lituania.

Lamentablemente el problema de la desigualdad es general, aunque España se lleve la palma. Según informa la Unión Europea, un 30% de los ciudadanos europeos (casi un tercio) no han recuperado todavía los niveles de igualdad que había antes de que estallara la crisis en 2007 y se extendiera como mancha de aceite. Y España, pese a la cacareada recuperación proclamada por el gobierno Rajoy, sus voceros y tiralevitas, está en una de las peores situaciones europeas de desigualdad.

La Comisión Europea asegura que el Reino de España apenas ha rebajado el riesgo de pobreza y exclusión social y que las personas empobrecidas son demasiadas. Y destaca los pésimos resultados de España en reducir la desigualdad y la pobreza por la ausencia de políticas sociales que merezcan tal nombre.

Por eso el Reino de España es campeón en abandono escolar, en jóvenes que no estudian ni trabajan, jóvenes sin futuro (y por supuesto sin presente), en hombres y mujeres en riesgo de pobreza y exclusión, en pensiones insuficientes, en demasiadas personas con escaso nivel educativo… El Reino de España es el paraíso de la desigualdad en Europa.

Esa desigualdad se traduce en que casi 13 millones de personas en este país (y somos 46 millones) están en riesgo de pobreza o exclusión social. Así lo afirma el informe El Estado de la Pobreza. España 2017, documento con datos al día sobre el riesgo de pobreza o exclusión social según el indicador que utiliza la UE, AROPE (por sus siglas en inglés de riesgo de pobreza).

El índice AROPE se basa en la Tasa de Riesgo de Pobreza Relativa (ganancias económicas menores del 60% del ingreso nacional medio), Baja Intensidad del Empleo en Hogares (personas mayores de 18 años que solo consigan trabajar la quinta parte de posibilidades de empleo que necesitan en el último año) y Privación Material Severa, como no poder poner la calefacción, no poder pagar el alquiler mensual o no poder comer pollo dos veces por semana. La peor noticia del citado informe es que aumenta la privación material severa.

La cifra exacta en España de personas en riesgo de pobreza es 12.989.405. Casi 28% de la población total y cuatro puntos y medio por encima de la media europea del 23,4%. De esos casi 13 millones en riesgo de pobreza, un millón y medio de personas sufren pobreza severa. Lo que nos lleva a concluir que tal vez los datos macro-económicos de los que presume el gobierno hayan mejorado, pero la pobreza ha aumentado y los pobres no notan la recuperación en absoluto. Y no lo notan porque falla estrepitosamente la redistribución de la riqueza. Y la redistribución de riqueza ha de hacerse por medio de  un sistema justo, progresivo y suficiente de impuestos que proporccione al Estado los recursos suficientes para asegurar una vida mínimamente digna a la población. Ese es el camino.

Pero resulta que, según datos de Erostat de presión fiscal en la UE en 2015, España está casi siete puntos por debajo de la media de los 19 estados de la Zona Euro. Si el volumen de impuestos recaudados fueran los de esa media de presión fiscal, España recaudaría 58.000 millones de € anuales más y habría más justicia.

Empleo, paro, recuperación y pobreza en el Reino de España

Mariano Rajoy, presidente del gobierno, en un acto del Partido Popular presentó a España en un ataque de euforia como “un ejemplo de recuperación económica”. Si recuperarse es volver a adquirir lo perdido, es difícil aceptar que este país se haya recuperado.

Salvo que recuperarse signifique que las rentas del capital casi doblen a los salarios en un escenario de tozuda alta tasa de paro y creciente precariedad laboral. Según la Contabilidad Nacional de este inicio de año, presentada por el Instituto Nacional de Estadística, los beneficios empresariales de enero a marzo aumentaron 6%. Se habrán recuperado los grandes empresarios, pero los salarios se redujeron 6.000 millones de euros, según datos de la Agencia Tributaria. Eso no es recuperarse.

Tal vez España sea más rica en frías cifras generales, pero españoles y españolas son cada vez más pobres en realidades concretas. Según el FMI, el PIB de España crecerá este año 25.000 millones de euros más que en 2008. Pero solo lo notarán las altas finanzas, grandes fortunas, grandes empresas y corporaciones multinacionales. La gente común, las familias, han perdido y pierden ingresos y llevar una vida digna es más difícil. La Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística revela el avance de la pobreza en España que ya afecta a más del 22% de hogares. Los ingresos de más de cuatro millones de familias no llegan a 8.200 euros anuales y mucha gente cae por debajo del umbral de la pobreza.

La pobreza afecta a más de la tercera parte de familias en Andalucía, Canarias, Castilla-La Mancha y Extremadura y en el resto de comunidades se escampa. Más de un tercio de hogares no puede afrontar gastos imprevistos y a un 16% de familias les es “muy difícil llegar a fin de mes”. Esas familias a las que no les alcanza el dinero ya son casi tres millones, mientras la pobreza energética afecta a unos dos millones de familias que no pueden tener la casa a temperatura adecuada. Menos mal que llega el tiempo veraniego.

En resumen, los que antes de 2009 lo pasaban mal hoy lo pasan mucho peor. Mujeres, jóvenes de ambos sexos, infancia y mayores de 50 a 64 años (abandonados en tierra de nadie) sobre todo.

Ha bajado la cifra del paro, pero la vida de las clases trabajadoras no mejora. Tanto es así que incluso la muy neoliberal Comisión Europea reconoce que el crecimiento de España, tan jaleado, no ha reducido nada la creciente e incesante desigualdad y pobreza, al tiempo que pobreza y exclusión social en este Reino son de las más alarmantes de la Unión Europea. Sin olvidar que los trabajadores pobres, los que tienen empleo, pero no dejan de ser pobres, han aumentado hasta el 15% del total de quienes tienen empleo. Por ejemplo, becarios, contratados por horas, fijos discontinuos, falsos autónomos…

Hay algo menos paro en frías cifras, pero no mejor vida. Demasiadas personas encadenan varios empleos de miseria para conseguir ingresos mínimamente dignos. No es de extrañar cuando, según informe del sindicato de técnicos de hacienda (Gestha), casi la mitad de asalariados del Reino de España cobra menos de mil euros mensuales. No mil sino ‘menos de’, lo que puede llegar a ser muy poco. Según la Encuesta de Población Activa, se ha creado empleo precario. Por ejemplo, desde hace ocho años los contratos a tiempo parcial aumentan sin parar. Y con contratos temporales parciales no hay modo humano de vivir con dignidad. Eso no es crear empleo, eso es escampar la pobreza y repartir la penuria.

Por otra parte, los salarios suman actualmente 30.000 millones de euros menos, sin embargo los beneficios del capital aumentaron 14.000 millones. Antes de 2009, los salarios eran el 50% del PIB, la riqueza anual generada. Hoy solo son el 46%. La pretendida recuperación afecta a pocos; en realidad la llamada recuperación no es otra cosa que transferencia de rentas de los trabajadores a la clase capitalista, las élites. Ellos se han recuperado con creces, pero a costa de los demás por reformas laborales, bajos salarios y recortes sociales.

No hay recuperación que valga si no se recupera la mayoría de la gente. No hay recuperación si la inmensa mayoría no puede llevar una vida digna.

Sin vida digna para todos, la recuperación es una paparrucha

El gobierno, cómplices, secuaces y aliados entonan incesante el magnificat de la creación de empleo. Y parece que hay más empleo, pero ¿qué empleo? No es oro lo que reluce. No se recupera tanto empleo como se alardea y la mayoría de empleos son precarios, inseguros, de corto vuelo y salario miserable. Por eso ya hay un 15% de asalariados pobres. Y en aumento.

Lo cierto es que demasiada gente soporta una vida difícil. El Instituto Nacional de Empleo (INEM) afirma que hoy hay 3.720.297 personas en paro inscritas en sus listas a la espera de un trabajo, pero no son todos los parados. Y la Encuesta de Población Activa (EPA) dice que los desempleados son 4.574.700. Pero esa tampoco es toda la verdad.

Datos oficiales indican que en España hay 33.385.425 personas en edad laboral, de 16 a 64 años, y personas con empleo, dadas de alta en la Seguridad Social, son poco más de 17 millones. La diferencia son 15 millones, que no son parados, pues hay que restar las personas fuera del mercado laboral por causas diversas. Estudiantes, discapacitados con pensiones reducidas, pre-jubilados a los 60 años o antes… Pero entre todos y algunos más no reducen la resta a cuatro millones y medio, porque los números de la EPA siguen sin ser ciertos.

La encuesta sobre el paro no cuenta quienes no tenían empleo la semana anterior a la consulta ni quienes no lo tienen en las dos semanas siguientes. Ni figura como empleado quien tiene un trabajo que dejará de tener en una semana. Por otra parte, los asalariados parados que hacen cursos de formación profesional no cuentan como desempleados. Ni se cuentan las personas que han desistido de buscar empleo, tras años de no encontrarlo. Una situación que no aparece en las encuestas. Las cifras oficiales de paro en España no responden a la realidad. La gente sin trabajo remunerado es bastante más que la reconocida, porque la EPA no lo cuenta todo.

Que economía y mercado laboral no van tan bien como pretenden lo muestran, por ejemplo, los miles y miles de expedientes de regulación de empleo (ERE) que han afectado a 1.200.000 trabajadores en los cinco años de reforma laboral del PP. El Ministerio de Empleo informó que de 2012 a 2016 se presentaron 90.000 expedientes de regulación de empleo. Expedientes que provocaron 236.000 despidos y algo más de 730.000 suspensiones de contratos. A ese casi millón de afectados cabe añadir 228.000 trabajadores a los que se les redujo la jornada y, por tanto, el salario. Curiosa recuperación.

Es esclarecedor que en 2016 el PIB creciera un 3,2%, pero algo más de 3.600 empresas presentaron unos 4.900 ERE, que supusieron 22.200 despidos, 44.000 suspensiones de contrato y unas 7.600 reducciones de jornada laboral. Más de 70.000 trabajadores afectados, sin contar despidos puros y duros o contratos de semanas, días e incluso horas. Que las cifras económicas oficiales poco o nada tienen que ver con la vida real de la gente se ve en el sector turístico, por ejemplo. El aumento de turistas, del que tanto presume el gobierno, no repercute en la situación real de los trabajadores y trabajadoras. Y sí, han venido más turistas, que han ocupado más plazas hoteleras, pero ese aumento no se ha traducido en más empleos ni ha beneficiado a los trabajadores del sector con mejores salarios. Pues mientras los turistas aumentan un 20% desde 2008 y un 9% lo hacen las plazas hoteleras, los empleos del sector hotelero son casi los mismos de hace ocho años. Solo se ha computado un ridículo 0,63% de aumento de empleo, según la Encuesta de Coyuntura Hotelera del Instituto Nacional de Estadística. El mismo número de trabajadores para atender a muchos más turistas con los mismos salarios o menos. Quienes se recuperan son algunas empresas, no la gente trabajadora.

Las grandes cifras económicas no interesan salvo que supongan una vida mejor para el pueblo trabajador. Una vida digna. Llegar a fin de mes sin agobios; alimentarse bien; poder afrontar gastos imprevistos sin zozobras; mantener el hogar a temperatura adecuada (sin temer un sablazo de electricidad o gas); levantarse por las mañanas sin temer la incertidumbre del día… El colmo sería que la gente asalariada pudiera ahorrar algo. Pero ¿cómo se ahorra con salarios de 700 euros o menos?

Sin vida digna para la gente, lo demás son paparruchas.

Hay que darle la vuelta al calcetín o nos estrellamos

El gobierno del Partido Popular no cesa en su cansino autobombo de lo bien que lo han hecho, cuanto empleo crean y como el país ha superado la crisis y se ha recuperado con largueza. Nada que ver con la realidad, porque esa pretendida recuperación económica no llega a la gente. No significa una vida mejor para la ciudadanía ni tampoco la reducción de la pobreza ni la disminución de la creciente desigualdad. Al contrario, según el último informe de Oxfam Intermón aumentan desigualdad y pobreza . La presunta recuperación solo alcanza a unos pocos.

La recuperación suele asociarse al crecimiento y la historia reciente está plagada de casos de países con buen crecimiento económico y pauperación progresiva de amplias capas de población. Ahí están los casos paradigmáticos de Brasil o México en el siglo pasado con excentes tasas de crecimiento y cada vez más pobres. Hoy, España es el segundo país de la Unión Europea donde más ha crecido la desigualdad. Por tanto, no hablemos de recuperación en tanto no beneficie a la mayor parte de población. Que no es el caso. Como botón de muestra, en España más de tres millones de pensionistas perciben menos de 600 euros, lo que significa que están en el umbral de la pobreza.

Que haya siete mil nuevos millonarios en este Reino es prueba de recuperación para el Partido Popular. Pero esos nuevos ricos son unas gotas de agua en un vasto océano de más de 46 millones de habitantes entre los que avanza implacable la desigualdad. Es tanta esa desigualdad que, según Oxfam, solo tres personas (Amancio Ortega, su hija y Joan Roig, dueño de Mercadona) suman tanta riqueza como 14 millones de personas que constituyen el tercio de población más pobre del país.

Oxfam explica además que de 2008 a 2014 los salarios más bajos bajaron un 28% más, una de cada cinco personas en edad de trabajar no encuentra empleo y, si lo encuentra, es precario con un salario 9% menos que en 2008. Lo más grave es que este desconsolador panorama para la gente común puede empeorar. Así lo escribe Alejandro Inurrieta quien afirma que 2017 será un mal año para una parte considerable de la población. Pues, a pesar de los ditirambos triunfalistas del gobierno del Partido Popular, no se han abordado los verdaderos problemas del Reino de España: debilidad del tejido productivo, escasa tecnología avanzada en las empresas, políticas económicas caciquiles y de amiguetes, incesante corrupción que resta riqueza a las admistraciones pública, floja demanda interna… El empleo no mejorará este año, los salarios no permitirán vivir con dignidad a gran parte de la población y habrá más familias al borde de la exclusión. Situación agravada con el más que previsible aumento de la inflación, según varios indicadores (como la inestabillidad de los precios del petróleo) que podría ser del 2%, tras tres años de tasas negativas.

España continúa siendo un país de trabajadores mal pagados (que se traduce en floja demanda interior), muchas empresas demasiado pequeñas y poco eficaces y un gobierno al servicio de una minoría. A lo que añadir un sistema fiscal regresivo y nada redistributivo que hace de España uno de los países europeos con menor capacidad para reducir desigualdades. En desigualdad solo nos ganan Letonia, Bulgaria, Estonia y Lituania, los últimos de la fila europea.

Que el actual sistema de impuestos es injusto y regresivo lo demuestra que, aún con desempleo crónico, bajos salarios y precariedad laboral, son las familias quienes aportan la mayor parte de ingresos al Estado: 84% de la recaudación, en tanto que las empresas solo abonan un 13%. Con el agravante de que el gobierno y el partido que lo sostiene no tienen la menor voluntad política de acabar con el agujero de los ingresos del Estado para poder redistribuir la riqueza con algo más de justicia. Sin olvidar que es probable una desaceleración de la actividad económica en 2017 porque turismo y exportaciones serán más flojos por factores externos. Y eso ocurre con una patronal que cree que solo se puede reducir el paro creando «empleo de baja calidad». Así lo ha dicho sin el menor rubor el presidente de la Comisión de Economía y Política Financiera de la CEOE, José Luis Feito. De lo que cabe concluir sin temor a errar que con tales empresarios estamos bien apañados en pobreza y desigualdad.

No va a ser facil, ciertamente, pero la situación es tan vulnerable que, si no se le da la vuelta al calcetín, esto no hay quien lo salve.

Pretender que hay recuperación, un insulto para quienes sufren la crisis

Hace unos días, en el Museo Guggenheim de Bilbao, en una reunión de poderosos de la economía nacional e internacional, Mariano Rajoy, presidente del gobierno español y del PP, proclamó la salida de la crisis, la recuperación de España y la vuelta al crecimiento. El anuncio fue jaleado por representantes del FMI, OCDE, Comisión Europea, Eurogrupo y medios de persuasión al servicio del sistema (antes llamados medios informativos).

Sin embargo, contra tan onanista auto complacencia, autobombo y discurso triunfal se alza la tozudez de los hechos, que desmontan incluso los más sofisticados juegos malabares con macro cifras económicas. ¿Por qué ahora el anuncio solemne de esa nunca vista recuperación? Porque habrá cinco elecciones en 2015 en el Reino de España. En Andalucía, municipales, autonómicas, en Catalunya y de diputados. Por eso nos venden esa descarada ficción económica, porque entramos en tiempo electoral. Para quienes se aferran al régimen bipartidista podrido cada vez más antisocial y antidemocrático, tiempo de engaño, de embuste, de exageración, de camuflaje, de disfraz, de manipulación… Pero no de verdad. En ese contexto cabe ubicar la reunión del Guggenheim y sus delirantes conclusiones.

Pero lo cierto es que no hay recuperación. Ni en pintura. Para la mayoría de población lo que hay es menos empleo, más inseguro, de peor calidad y con salarios más bajos. Al inicio de 2009 había 19 millones y medio de empleados y empleadas que cotizaban a la seguridad social y hoy la población activa solo es poco más de 16 millones setecientos mil puestos de trabajo. Sin embargo, aunque la población general se ha reducido apenas ha descendido un millón. Por tanto se ha destruido empleo.

Cuando el PP ganó las elecciones hace tres años, la protección del desempleo era 67%, pero hoy solo es 57%. Y el empleo es más precario, como demuestra que los contratos de jornada completa solo son 8% del total. Eso es un hecho. Aunque tal vez la recuperación la vean las élites en el más de medio millón de desahucios habidos en este país. O quizás esa recuperación sea la expulsión de vecinos de sus viviendas sociales en Madrid porque el ayuntamiento las ha vendido a un fondo buitre. O acaso vean la recuperación en los servicios de urgencias sanitarias hacinados, incluso con pacientes en camas por los pasillos, porque esos servicios han quedado desmantelados tras los abundantes despidos de personal. O en las aulas repletas de niños y niñas y cada vez menos profesores y profesoras. Y sigue la lista.

Aunque tal vez la recuperación sea más visible para la gran patronal en los miles de contratos-basura de la contrarreforma laboral del gobierno. Contratos por los que se trabajan treinta horas semanales por 400 euros mensuales. O consideran recuperación que haya contratados de 24 horas, despedidos y vuelta a contratar días después para ser despedidos de nuevo a las 24 horas… Todo ese trampantojo de precariedad ha generado una nueva categoría social: trabajadores pobres. Personas con empleo que necesitan ayuda para poder comer los últimos días del mes, no pueden poner la calefacción y han de vivir y dormir envueltos en abrigos y mantas. Pobreza energética lo llaman. Esa pobreza, según la Organización Mundial de la Salud, causa 7.000 muertos en invierno en España. Personas por debajo del umbral de la pobreza que, según informa Cáritas, ya son en España más de una quinta parte de población de los que casi tres millones no tienen techo o habitan en viviendas indignas. Además de que esa ciudadanía en riesgo de pobreza no cesa de aumentar. Vivir en riesgo de pobreza es no poder comer proteínas (carne, pollo, pescado) por lo menos cada tres días, no poder tener calefacción en casa, no tener lavadora ni teléfono y no disponer de unos pocos euros para gastos imprevistos, entre otras carencias graves.

Lo ha resumido el profesor José María Mella. En España, hay una caída incesante de salarios, empleo precario generalizado, pobreza desconocida desde hace tiempo, acusada discriminación de la mujer, alta desnutrición infantil, hambre, elevado fracaso escolar, reducción de inversión pública en educación y tasa de paro del 55% en jóvenes de 15 a 29 años. Pero hay aumento incesante de rentas del capital, mientras los salarios se reducen a 400 o 600 euros al mes, hay más de dos millones y medio de parados de larga duración y en 1.800.000 de familias nadie tiene trabajo…

¿Recuperación? ¿Crecimiento? Pretender que existen es insultar a la ciudadanía.

Lo que nos cuestan los bancos

Hace seis años escribí que “los bancos se han dedicado a invertir sus recursos en inversiones muy arriesgadas. Mientras se desencadenaba la crisis, los bancos se forraban especulando y esos bancos, con la complicidad de las autoridades monetarias, dedicaron demasiados recursos a productos financieros volátiles, oscuros y peligrosos… hasta que la crisis desveló que los bancos no tenían liquidez suficiente”. ¿Hemos avanzado algo al respecto?

No lo parece, en aboluto. Lo que sí ocurre desde entonces es que los gobiernos acudieron raudos a rescatar bancos con el dinero de todos. Una actuación que ha continuado con una constancia digna de mejor causa. La ayuda pública de los estados a los bancos empezó tras estallar la crisis, aumentó mucho a partir de 2010 y no ha cesado. Hace unos días, el Banco Central Europeo (BCE) adjudicó más de 82.000 millones de euros al 0,15% de interés en la primera de las dos subastas de liquidez de este año. En total, en 2014, los bancos españoles pillarán en ambas 35.000 millones de euros. En la de diciembre, los bancos europeos podrán pedir al BCE hasta 300.000 millones de euros. Una pasta.

Esa generosa derrama no es nueva, pues en 2012 el BCE ya prestó a muy bajo interés 529.000 millones de euros a 800 bancos y a finales de 2011 había inyectado 490.000 millones de euros a 523 bancos europeos. En total, el BCE ha financiado a largo plazo a la banca privada europea con algo más de un billón de euros. Un millón de millones por ahora. En el mundo de la banca a eso lo llaman manguerazo de liquidez y la razón de tal prodigalidad del BCE es sencillamente que Europa no arranca. Ni siquiera Alemania presenta números económicos suficientemente esperanzadores y reconfortantes.

Las optimistas previsiones de recuperación y crecimiento de hace varios meses han topado con la cruda y tozuda realidad. El propio Draghi, presidente del BCE, reconoce que la recuperación en la eurozona pierde impulso y que el elevado paro y la falta de crédito a empresas y familias impiden el crecimiento. ¡Qué lince!

Por eso las abundantes inyecciones de liquidez, para que sean “poderosa herramienta para facilitar nuevos flujos de crédito a la economía real«, según Draghi. Sin embargo, inyecciones de liquidez a bajo interés ha habido todos estos años, pero el crédito no ha fluido ni en sueños. ¿Qué han hecho los bancos con esas millonadas recibidas? Pues, entre otras cosas, comprar deuda pública que les reporta beneficios fáciles sin esfuerzo ni acción alguna y especular con ella. Además presionar a los gobiernos para que recorten presupuestos sociales, liquiden derechos y les rebajen impuestos.

¿Qué hubiera ocurrido si toda esa enorme ayuda la hubiera prestado el BCE a empresas y familias o a los gobiernos con las mismas generosas condiciones que a la banca? ¿Se hubiera desarrollado la crisis tal como la hemos sufrido?

Uno podría tener la tentación de pensar ingenuamente que, si ahora los bancos tienen liquidez para dar créditos, las cosas mejorarán. Pero no van por ahí los tiros. Entre otras cosas porque el propio Draghi, que está dispuesto a tomar nuevas medidas ‘no convencionales’ y a reducir tipos de interés ¡hasta 0,05%!, ha reclamado a los Estados miembros ‘reformas estructurales’ para que los préstamos del BCE tengan efecto. Ahí está la trampa, pues bien sabe la ciudadanía, y sobre todo la del sur de Europa, qué significan las ‘reformas estructurales’. Un miserable eufemismo de contrarreformas que aseguren la hegemonía de las élites, minoría rica o clase dominante, como prefieran, porque los tres términos significan lo mismo, y deje en la estacada a la mayoría ciudadana.

Que el BCE dé dinero a espuertas a los bancos no significa que la situación mejore de verdad. Para empezar porque este capitalismo que sufrimos está tan repleto de contradicciones que ya no tiene salida. Y en tanto no se regule y controle el mundo financiero, como primeras medidas, no hay solución. Porque la prioridad de la minoría rica es continuar siendo minoría y aún más rica. Por esa razón, los millones de euros para presuntos créditos cuanto más aliviaran o quizás mejorarán algo a muy pocos de los 500 millones que habitamos Europa, si finalmente algún crédito fluye. Pero la mayoría o grandes minorías continuarán sufriendo, porque la desigualdad está en el ADN de este sistema predador. Y la desigualdad es compañera inseparable de la pobreza.

Expresó la situación que sufrimos con sinceridad o desfachatez uno de los hombres más ricos del mundo, el estadounidense Warren Buffet, quien, a preguntas de un periodista, respondió: «Claro que hay lucha de clases, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que libra esta guerra. Y la estamos ganando«. El beneficio de una minoría es lo que buscan y lo que interesa a esos pocos que acumulan la mayor parte de riqueza del mundo, no la justicia ni el bienestar de la mayoría.

Y entonces, ¿qué? Pues que cuanto más conscientes seamos de quien es el verdadero adversario de las clases trabajadoras y populares, y actuemos en consecuencia, antes veremos la luz al final del túnel.

Más sobre el timo de la recuperación económica

 

Buenas noticias. Dicen. Según el FMI, la previsión de crecimiento en España aumenta con rapidez. Y el Gobierno dice que hay un cambio de ciclo, que la recuperación está en marcha. Todo esto es porque la prima de riesgo se ha estabilizado en torno a 300 puntos y llega de nuevo a España inversión extranjera. ¿Y el paro? ¿Y reducir la pobreza? ¿Y la desigualdad galopante que acaba destruyendo la economía? ¿Y los derechos sociales laborales perdidos? Por lo visto no tiene que ver con la recuperación.

 

 

Aunque les parezca una excentricidad, cambiaré de tercio y les contaré qué es el timo del tocomocho, porque tiene que ver.

 

 

Un estafador elige una víctima propicia a la que dice poseer décimos premiados de lotería. Aparenta problemas de discapacidad, gran ignorancia o considerable desorientación, y pide al timado que le ayude a cobrar los décimos de lotería premiados, porque él solo no puede. Para que el estafado se trague el anzuelo, aparece por casualidad un cómplice que se interesa por la situación del pobre discapacitado y simula comprobar la autenticidad de los décimos agraciados de lotería con una lista de premios, naturalmente falsa. El estafador ofrece un porcentaje del premio para que el estafado le ayude en los trámites del cobro y le pide una cantidad de dinero o joyas como garantía. El timado pica y, cuando el estafador y su cómplice tienen ya dinero o joyas, desaparecen. Y el estafado tiene unos billetes de lotería sin premio alguno. Pues así me suenan esos ditirambos de recuperación roznados por FMI y Gobierno.

 

 

¿De qué recuperación hablan cuando conseguir empleo en España, Rumanía, Bulgaria o Grecia, por ejemplo, no garantiza salir de la pobreza? Así lo ha reconocido sin ambages el comisario de Empleo de la Unión Europea, László Andor. ¿Qué recuperación es ésa si en España ha aumentado la población pobre del 23,3% de 2007 al 28,2% de 2012 y continúa aumentando en 2013? ¿A qué recuperación se refieren cuando hay en España cerca de tres millones de niños pobres o en riesgo de exclusión social? ¿Qué recuperación es ésa en la que crece la economía sumergida, que ya es casi 25% del PIB? Y 90.000 millones de euros de fraude fiscal.

 

 

Pero el espejismo de la presunta recuperación no atañe solo al Reino de España. Hace unos meses, el Blog Salmón, cuaderno de bitácora que analiza con rigor crítico y frío el sector financiero, anunciaba que “el desplome de la banca mundial ha comenzado. La violenta volatilidad existente solo expresa la agonía del sistema financiero, un sistema que se apalancó demasiado y abusó de la confianza de gobiernos, de contribuyentes. Y el sistema toca fondo”.

 

 

Medio año después se confirma la vía hacia el desastre. El analista financiero Marco Antonio Moreno explica que en Alemania, Francia e Italia hay bancos al borde de la quiebra. Y cita el informe de Viral Acharya y Sascha Steffen para la Unión Europea sobre el estado de un sector financiero. Informe que demuestra que los bancos europeos investigados necesitan nada menos que 767.000 millones de euros más. Esta investigación de Acharya y Steffen asegura que 109 de los 124 bancos europeos tienen serias dificultades y no descarta la quiebra de unos cuantos. La banca española, por su parte necesita 90.000 millones de euros más. Incluso los aparentemente sólidos bancos franceses y alemanes necesitan medio billón de euros como agua de mayo.

 

 

¿De qué recuperación hablamos con una pobreza y desempleo que devienen estructurales en el sur de Europa y un norte con una banca insolvente? Como escribe Juan Torres, “es falso que se haya resuelto el problema bancario. La mayoría de bancos estarían en clara insolvencia si sus balances se valoraran sin la generosidad con que se ocultan miles de millones de activos depreciados o créditos incobrables. No habrá la necesaria recuperación del crédito (…) y sí nuevas crisis bancarias y estallidos de burbujas”.

 

 

Es el tocomocho. Y los cómplices para consumar el engaño de que salimos de la crisis son los medios teóricamente informativos, que repiten como un mantra que la recuperación es un hecho, ocultando bajo esa alfombra todas las vergüenzas sin resolver. Como la insolvencia de la mayor parte de la banca europea y que el crecimiento que hay es de pizarrín. Además, ¿qué crecimiento? ¿De qué?

 

 

Lo dicho, un timo.

 

 

El timo de la ‘recuperación’ en España

El Gobierno español da por concluida la recesión. “Salimos reforzados de la crisis”, proclama su presidente. El ministro de Hacienda remacha que España dirá el adiós definitivo a la crisis en 2014. Y los “mercados” se alegran por la “recuperación” de España. Emilio Botín, presidente del Banco Santander, se entusiasma porque de todas partes llega dinero a España. Como ha escrito el economista Juan Torres López, la declaración de Botín de que España vive un momento fantástico es verdad… si añadimos “para él y su clase”.

Entra capital de fondos de inversión que compra miles de inmuebles; la Bolsa española superó un día los 10.000 puntos y la prima de riesgo ronda los 240 puntos; el Tesoro paga por ahora menos del 1% por la deuda que vende mientras banca y grandes empresas venden bonos. Pero los indicadores de la economía real (crédito, producción industrial, morosidad bancaria, demanda interior, empleo…) no mejoran. Van a peor.

Antón Losada explica que España es “una ganga” para el capitalismo global porque “ofrece una de las fuerzas de trabajo más baratas del mundo. Las grandes empresas pagan menos del 10% de beneficios y, si algo va mal, el gobierno enjuaga las pérdidas con dinero público”. Especular en España tiene premio seguro. Eso es lo que va bien. Pero solo para la minoría de siempre.

Es más real que hay seis millones de desempleados, que doce millones de ciudadanos (23%) viven bajo el umbral de la pobreza, que la mayoría de empresas no consigue los créditos necesarios y que en 2014 cerrarán un 25% más de empresas que en 2013.

Mientras continúa la austeridad impuesta, la dictadura de la deuda y la obsesión por reducir el déficit con nefastas consecuencias para la mayoría ciudadana. Entonces, para salvar a cara, el Gobierno sus su cómplices y señoores, recurren al cuento de la tarta y el reparto. Una vez más. Un clásico de las fábulas neoliberales. Hacer crecer la tarta para que haya para todos. “Y eso exige sacrificios” repiten hasta el aburrimiento.

Pero nunca hay reparto general de tarta.

Hace 30 años oí por vez primera la fábula de la tarta y el reparto. La contaba un triunfante Felipe González, el mismo que perpetró una reconversión industrial que despojó al país de gran parte de su tejido fabril, como exigían Alemania y otros países industriales europeos para aceptar a España en el Mercado Común. Más la reconversión naval que dejó miles de parados, la apuesta por el ladrillo y el turismo barato como modelo productivo, diezmar la ganadería vacuna de Cantabria y Asturias (en beneficio de otras ganaderías) y menudencias similares.

La tarta nunca creció bastante y no hubo reparto, salvo morralla. Lo han explicado Juan Torres López y Vicenç Navarro en numerosos escritos sobre sueldos, renta social y estado social, aportando datos y hechos que sitúan a España en la parte inferior de la tabla europea (http://www.vnavarro.org/?p=9342, http://www.vnavarro.org/?p=6302, http://www.vnavarro.org/?p=5218, por ejemplo)

Pero sí ha crecido la pobreza y Cáritas denuncia que en la España de 2013 esa pobreza es doble que en 2007. Que tres millones de personas sufren pobreza severa y viven (si se le puede llamar vida) con menos de 307 euros mensuales. Y alerta de “una segunda oleada de empobrecimiento y exclusión social (…) por las políticas de ajustes y sus recortes, la prolongación del desempleo y el agotamiento de las ayudas económicas”. Dicen en Cáritas que “vamos hacia un modelo social darwinista anglosajón con muy pocos ganadores y muchos perdedores”.

Esa es su maldita recuperación.

Juan Torres López recuerda que las reformas perpetradas primero por Zapatero y luego por Rajoy han buscado sacar del pozo a la banca privada y dar más poder a las grandes empresas frente a los trabajadores. Para que banqueros y grandes propietarios recuperen los beneficios de antes de la crisis. O más. Por eso la situación actual les parece fantástica. Pero no a millones de ciudadanos que viven peor o mucho peor.

Quien tenga duda de qué salida de la crisis quieren la minoría rica y los dóciles gobiernos a su servicio verá ahora que la pretendida recuperación desvela qué es lo que buscan de verdad. No una economía sólida al servicio de la mayoría ciudadana, sino aumentar más sus beneficios. Caiga quien caiga. Y, ya de paso, que las clases trabajadoras regresen al primer tercio del siglo XX que es donde deben estar según ellos. Sin derechos.

No apaciguaron a Hitler

Esta Unión Europea neoliberal encara el déficit con recortes sociales. Quienes hunden países especulando han forzado las grandes rebajas de gasto público. Pero ahora caen del guindo y ven que esos recortes para reducir deuda lastrarán la reactivación. Las bolsas ganan exageradamente un día, eufóricas;  pero, acobardadas, lo pierden todo al siguiente. Además de injusto y perverso, este neoliberal sistema es un pitorreo.

Quienes perpetran las inversiones especulativas son los responsables, los actores de los ‘mercados’. ‘Mercados’ con nombres y apellidos, no entes ignotos ni manos invisibles que regulan. Como denuncia el humorista El Roto, los ‘mercados’ han forzado la miserable salida: “¡La economía hace agua! ¡Arrojad a la población al mar!”, ironiza una ilustración suya.

Mientras, el FMI predice que déficit y deuda pueden devenir  insostenibles, haciendo así el juego a los pretendidos ‘mercados’, incapaz de reconocer que, con todos sus cálculos, no olió la crisis ni de lejos.

Martine Aubry, primera secretaria del Partido Socialista francés, reconoce que “para salvar a los pueblos, los gobiernos europeos no son capaces de ponerse de acuerdo, pero cuando se agitan los mercados, sí”. Y Juan Torres se indigna porque “es inaceptable que la deuda que los gobiernos han emitido para tapar el agujero de la banca (y evitar el colapso de la economía) la suscriban esos mismos bancos incluso al 10%. Y lo hacen con dinero que reciben del Banco Central Europeo al 1%”. ¡Qué buen negocio!

Continúa Torres con que “lo prioritario ahora no es reducir el déficit. La deuda pública de España, por ejemplo, está en niveles aceptables, y es más urgente la recuperación económica para que la actividad genere empleo y ambos ingresos, que hagan menos necesario el gasto público”.

Por su parte el profesor Vicenç Navarro nos cuenta que la crisis de algunos países se atribuye a excesivo gasto público. Pero eso del excesivo gasto público no es cierto. Esa es una creencia mitológica o bulo de charla de café, pero no realidad basada en hechos. Hasta el FMI, en su Fiscal Monitor de 14 de mayo, reconoce que 2/3 de la deuda de los Estados se ha creado por reducción de ingresos, no por exceso de gasto. El neoliberal dogma de bajar impuestos a quienes más tienen.

Navarro nos informa de que “Grecia, Portugal y España tienen los gastos públicos más bajos del grupo de países más desarrollados de la Unión Europea al que pertenecen”. “Fue la banca -continúa Navarro- que, con sus actuaciones especulativas, creó burbujas que estallaron y han generado enormes problemas de falta de crédito. Y ahora crean una nueva burbuja: la de la deuda pública”.

Pero la banca no ha utilizado el dinero público recibido para financiar a empresas (productividad) y consumidores (demanda), sino para especular en los mercados financieros y obtener beneficios indecentes. Una economía de humo, de pocos, que nada tiene que ver con la economía real, la única necesaria.

Como ha dicho el Nobel Stiglitz, “con todos los fondos inyectados para ayudar a los banqueros podrían haberse creado bancos públicos que ya habrían resuelto los problemas de crédito”.

¿A qué viene entonces toda la confusión mediática sobre déficit, deuda y sus apocalípticas consecuencias? El buen detective de novela policíaca, cuando investiga un asesinato, se pregunta: ¿a quién beneficia este asesinato? Pues ahora y aquí, lo mismo. ¿Quién saca tajada del alboroto y barahúnda catastrofistas sobre déficit y deuda? ¿Quién impulsa los recortes de gasto público, preferentemente social?

De momento, los casi seiscientos consejeros ejecutivos y altos directivos de empresas del selecto Ibex-35 de la bolsa española (las empresas en bolsa que manejan más dinero) cobraron en 2009 una media de casi un millón de euros por cabeza, según cálculos del diario El País, basados en informes de las propias empresas. El nivel de ganancias personales más alto jamás alcanzado por esa gente; 113 veces el salario mínimo español.

Pero los gobiernos europeos pretenden calmar los ‘mercados’ y recortan y recortan. Justo lo contrario de lo que hay que hacer. Dicen que para apaciguar a los ‘mercados’. No aprenden. Francia e Inglaterra no apaciguaron a Hitler cuando cedieron y cedieron tras la invasión de los Sudetes checoslovacos por los nazis. Y estalló la guerra mundial.

Habría que tomar buena nota de lo que nos enseña la Historia.