La Troika otra vez contra Grecia

Tras siete años de sufrimiento, brutal aumento de desigualdad y pobreza, la Troika (Unión Europea, Banco Central Europeo y FMI) ataca de nuevo a Grecia. Sigue el saqueo del pueblo griego, ahora amenazado por un tercer rescate. El primer rescate de Grecia en 2010 en realidad rescató a bancos alemanes y franceses, pues gran parte de los 110.000 millones de euros facilitados por la Troika (a cambio de una austeridad violadora de derechos) fue para “cubrir necesidades financieras de mayo de 2010 a junio de 2013”. Esas necesidades eran el pago de intereses a bancos, sobre todo. Ahora un tercer rescate de Grecia no augura nada bueno para la gente.

En gran medida por un Parlamento y gobierno griegos dispuestos a tragar lo que impongan los bancos y el Eurogrupo. De nuevo cedió el primer ministro griego, Alexis Tsipras, en la reunión de 7 de abril del Eurogrupo. Otra vez el acuerdo impuesto por la Troika deteriora e hipoteca presente y futuro de los griegos. El tercer rescate busca recortar pensiones, vulnera derechos laborales, rebaja salarios y exige nuevas privatizaciones e impuestos a los más desfavorecidos.

Los acreedores, cuyos intereses defiende una Troika implacable, no cejan de exigir austeridad sin concesión alguna, aunque esta vez Tsipras ha osado decir en una entrevista televisiva que “no aplicaremos medidas si no hay solución para la deuda“. Se refiere a reestructurarla y quizás hacer un quita importante. ¿Plantar cara a la Troika? Si no lo hizo hace siete años con un referendo que le dio el 60% de apoyo ciudadano, ¿se atreverá ahora?

De momento el FMI pide más dureza en las que ellos llaman reformas pendientes. Que la Troika reaparezca aterra a los griegos, visto el precio pagado y el que temen pagar. Para la gente común es la imposibilidad de vida digna. Los pensionistas, que sostienen muchas familias, son víctimas prioritarias del nuevo rescate y, aunque seis de cada diez jubilados griegos ya cobran menos de 650 euros mensuales, los voraces acreedores exigen ‘reformar’ las pensiones. Ven el negocio de debilitar las pensiones públicas y promover las pensiones privadas, nada fiables, por cierto.

¿Y qué hacer ante un paro del 30% según los sindicatos? El nuevo rescate exige facilitar los despidos colectivos y suspender los convenios sectoriales. Más paro porque, aunque se crearan empleos, habrá más precariedad, desigualdad y pobreza, como ha sucedido estos siete años. Y encima los insaciables acreedores han hecho la lista de empresas e instalaciones públicas a saquear, perdón a privatizar, como el aeropuerto de Atenas y 40 centrales eléctricas estatales.

La Troika insiste en que esas medidas son para que Grecia cumpla como deudora, sin apuros, pretendiendo la simpleza de que las deudas son intocables y simplemente se han de pagar. Como si no hubiera habido multitud de reestructuraciones de deuda y quitas desde los tempos de Hammurabí hace 3.800 años. En el enfrentamiento de Alemania contra Grecia por la deuda, que es cuestión de fondo, la Troika olvida además que en 1953 diecinueve estados, entre ellos Grecia y España, perdonaron a Alemania la mitad de su deuda. Más aún, por un generoso acuerdo, Alemania Occidental pagaba intereses de su deuda solo con superávit comercial mensual, además esos pagos nunca serían más del 3% del importe de las exportaciones alemanas. Así la deuda no pesó en la economía, Alemania se recuperó y creció.

Rebajar la deuda de la derrotada Alemania fue decisión política de los vencedores en la II Guerra Mundial, sobre todo de EEUU. Declarada la guerra fría por el presidente Truman en un discurso de marzo de 1947, EEUU decidió que necesitaba una Alemania Federal fuerte en la frontera con Checoeslovaquia, Alemania Democrática y demás países del área soviética.

Años después, continuó la promoción económica de Alemania con la creación del euro, que beneficia sobre todo a ese país. Entonces se aplicaron tipos de interés muy reducidos para que Portugal, España y Grecia, sobre todo, pudieran pedir préstamos a Alemania y así poder comprar sus productos exportados, alimentar una burbuja inmobiliaria nacional e impulsar entonces el crecimiento de Alemania ya reunificada.

Constatado lo anterior, cabe calificar de obscena la actuación con Grecia del Eurogrupo, de Alemania y de la Troika. Ni los gángsteres de los años 20 y 30 del siglo pasado en Chicago fueron tan amorales.

Otro rescate camuflado de la banca

Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE), ha sorprendido con otra ‘generosidad’. Este año, el BCE comprará 720.000 millones de euros de deuda pública de estados europeos. De deuda española, 100.000 millones.

¿Reinterpreta Draghi los tratados de Maastrich y Lisboa y comprará por fin deuda directamente a los estados? No. La compra de esa millonada de deuda pública será en el mercado secundario. Es decir, el BCE comprará la deuda pública que tengan los bancos, no directamente a los estados. ¿Quién saca tajada?

Desde el estallido de la crisis, la banca ha conseguido préstamos cada vez más baratos del BCE y con ese dinero la banca ha comprado deuda pública de interés rentable a muy rentable. Intereses que son abonados puntualmente a la banca y que no son minucias. El estado español en 2015 abonará 35.000 millones de euros de intereses. No toda la deuda está en manos de la banca, cierto, pero sí buena parte, lo que hace del programa de Draghi una innegable transferencia de riqueza pública hacia los bancos. ¿Cuántos recortes no evitaría la cantidad citada anual en manos del Estado?

La primera consecuencia de la generosa compra de deuda pública a la banca es que, de haber quitas de deuda, la banca se va de rositas. Y reestructuraciones de deuda y quitas habrá tarde o temprano, porque el total de la deuda (no solo de España) es prácticamente impagable. Quien cargará con la pérdida que supongan las quitas serán los estados, no los bancos que se habrán desprendido de buena parte de deuda pública en su haber.

La actuación del BCE, pues, vuelve a ser un rescate. Otro más del inacabable salvamento financiero que empezó hace ocho años en medio del pánico general de las élites, cuando averiguaron que el sector bancario estaba podrido de activos tóxicos con hipotecas-basura incobrables.

Para Richard Koo, economista jefe del banco japonés Nomura “es muy dudoso que las compras de deuda a gran escala en Europa hagan funcionar la economía real. En Estados Unidos y Reino Unido no han tenido efectos sustanciales, pues casi todo ese dinero se ha quedado en los mercados”. Es decir, en la especulación financiera. Este economista augura que la compra de deuda pública a lo grande rendirá pocos frutos en la economía real de la eurozona.

Desde que empezó la crisis, a muchísimas empresas se les cerró el crédito. Se arruinaron, bajaron la persiana y aumentó el desempleo. Sin embargo, la banca europea tiene barra libre de liquidez. Dinero barato, tanto como necesite. Pero aún así, ¿cuál es la situación real de la banca?

Los últimos datos anuales de relación de capital real y activos de los cincuenta bancos más grandes del mundo indican que el capital de éstos en total es de poco más de 770.000 millones de dólares. Pero sus activos suman más de 67 billones. Ochenta y siete veces más en activos que capital. El Banco de Santander tiene casi 197 dólares en activos por 1 dólar de capital real, y el BBVA 20 dólares y medio de activos por 1 de capital. Así las cosas, para el BCE, y para la banca, los rescates son sacramentos sagrados para que ese sistema financiero no se hunda. Aunque no los llamen rescate. ¿Pero benefician también a la ciudadanía?

Pues no. A pesar de los rescates, el crédito no llega a las empresas ni a los consumidores y el que llega es caro. El profesor Juan Torres López explica que la falta de financiación no es por falta de liquidez de los bancos sino porque la banca europea no ha saneado sus cuentas de verdad. Y no lo hará si no dispone de suficiente capital y, si no lo hace, la economía productiva continuará estancada.

La otra cara de la moneda es que, por inactividad de la economía real, que tiene mucho que ver con la falta de crédito, el año acabó en España con 200.000 parados más que hace tres años cuando el Partido Popular inició la cacareada (y falsa) recuperación. Además de que los hogares con todos sus miembros en paro son 1.766.300 familias. Y, como expone Economistas Frente a la Crisis, el escaso empleo que se crea es de baja calidad, muy inestable, con salarios bajos y a tiempo parcial involuntario.

Con la situación así, ¿para qué queremos que rescaten bancos (una vez más) con dinero público?

Austeridad, evasión fiscal y democracia auténtica

La austeridad que hoy se impone tiene gravísimas consecuencias. Más desempleo y más pobreza, más enfermedades y más suicidios. La austeridad mata, como titula David Sucker un concienzudo estudio al respecto. Cabe hurgar por tanto el origen y responsables de la malhadada austeridad.

La austeridad se cuece cuando la minoría rica comprueba que se acaban las vacas gordas. Años setenta. Grandes empresarios, banca y grandes fortunas ven reducirse sus beneficios. Ni siquiera la explotación de países empobrecidos evita la merma. Entonces se empezó a rebajar impuestos a los ricos, mientras el fraude fiscal devenía endémico y la economía se financiarizaba. No producir bienes y servicios, sino pura especulación financiera; por cada dólar invertido en economía real, 60 en pura especulación. La economía se convierte en un casino.

 

El proceso se acelera en 2008 cuando se hunde Lehman Brothers, “intoxicado” hasta las cejas. Su balance, pura filfa y humo, pues buena parte de activos eran deudas que jamás se cobrarían; hipotecas-basura “titulizadas”, camufladas. Hipotecas-basura que los diez mayores bancos de inversión vendieron, engañando a todo el mundo, con la calificación de muy seguras y rentables por las oscuras agencias de rating. Es la crisis.

 

El sistema financiero se tambaleó y los gobiernos acudieron raudos a inyectar muchísimo dinero para salvarlo. Los estados se endeudaron para ayudar a la banca y entonces surgieron trileros, timadores de toco mocho y de la estampita vociferando que el déficit público era inaceptable y se imponía la austeridad. Naturalmente para que los estados ahorraran y pudieran pagar intereses de deuda pública a la banca; deuda que habían comprado con barato dinero público del Banco Central Europeo. Y los gobiernos ahorraron a costa de la mayoría. En beneficio de la minoría rica.

 

¿Cuántos forman esa minoría que se beneficia de la austeridad y la supresión de derechos? Según el Informe anual de Riqueza en el Mundo 2013 de RBC Wealth Management y Capgemini, en España hay 144.600 poseedores de más un millón de dólares y en EEUU, tres millones y tres cuartos de millón. En todo el mundo, 12 millones. Un ridículo 0,17% de población contra 7.000 millones de personas.

 

Minoría no solo codiciosa y especuladora, sino también delincuente. Manipulan tipos, estafan a clientes, ocultan riesgos, se lucran con información privilegiada… y, especialmente, evaden impuestos. Pagan poquísimos impuestos, pero les parece demasiado. Y esconden sus fortunas.

 

Quienes evaden impuestos precisan blanquear su sucio dinero. Gracias a los paraísos fiscales y a buena parte de la banca. El barrio financiero de Londres (la City), por ejemplo, es el mayor lavadero de dinero negro del mundo. El blanqueo hace sorprendentes compañeros de cama, pues tanto necesita blanquear dinero sucio quien especula con fondo de inversión y no quiere pagar un duro de impuestos como el narcotraficante que vende cocaína. Como muestra, la actuación del banco británico HSBC. Según el Senado de los Estados Unidos, HSBC aceptó que criminales del mundo usaran sus servicios para blanquear ingentes cantidades de dinero del narcotráfico. También blanqueó Standard Chartered… Y otros muchos.

 

El agujero de impuestos evadidos alcanza el billón de dólares: más que los presupuestos de 176 países. Si ese billón se abonara, se acabaría con la pobreza, se doblarían las energías limpias y todos los niños del mundo estarían escolarizados.

 

Por el contrario, las crisis de las últimas décadas, y sobre todo esta crisis, han empobrecido a millones, provocado hambrunas y hecho sufrir a miles de millones. Y, según Naciones Unidas, la especulación con dinero blanqueado del crimen organizado ha contribuido a agravar las crisis financieras y económicas de las últimas décadas. Porque, como denuncia también la ONU, “la penetración de los sindicatos del crimen en las finanzas fue facilitada por los programas de ajuste estructural impuestos a los países endeudados para poder acceder a préstamos del Fondo Monetario Internacional”. Más claro…

 

La evasión de impuestos es delito muy grave, porque en democracia evadir impuestos es robar a la ciudadanía. Es así porque los impuestos justos, progresivos y suficientes son condición indiscutible de la democracia de verdad. Pues no hay libertad ni justicia sin asegurar la independencia material que garantiza una vida digna a toda la ciudadanía. Y eso se logra con una fiscalidad justa que permite al estado redistribuir la riqueza, ofrecer servicios públicos esenciales y protección social.

 

Lo de Chipre apuntala la necesidad de enjuiciar a los responsables de la crisis-estafa

Por los pelos. Los medios informan de que Chipre se ha salvado por el canto de un duro de su expulsión de la eurozona. ¿Salvado? Veamos. La crisis, también en Chipre, es consecuencia directa de las maldades neoliberales: financiarización de la economía, baja fiscalidad, descontrol de movimientos financieros, opacidad bancaria, especulación… Y con completa certeza podemos afirmar que tales perversidades no han sido enmendadas, ni siquiera reconocidas como tales.

¿Se ha salvado Chipre? Grecia fue el primer país rescatado, en mayo de 2010; también Irlanda y Portugal. Y luego España recibió ayudas milmillonarias para sus maltrechos bancos. Como en esos países, las medidas de austeridad impuestas a Chipre reducirán sus ingresos fiscales, debilitarán al Estado al privarlo del sector público y convertirán su economía en un espejismo. Algo sobre lo que los medios han pasado de puntillas. Además de medidas financieras, ese rescate supone duras medidas de restricción que sufrirá la ciudadanía. Recortes presupuestarios, reformas (léase pérdida de derechos), privatizaciones y reducción del déficit. Siempre reducción del déficit, como en Grecia, Portugal o España. Diversos analistas aseguran que por ese camino Chipre seguro caerá en los próximos años en una depresión que supondrá una rebaja del 20% del PIB. Además de mayor sufrimiento personal masivo, empobrecimiento de gran parte de la ciudadanía y aumento de la desigualdad. Pero según el diario Fileleftheros, la troika pretendía aplicar medidas de austeridad aún más duras. La única noticia aceptable es que, finalmente, los pequeños ahorradores no serán desvalijados de su dinero para salvar bancos. Por ahora.

Sin embargo, como buena muestra de la necedad de la Comisión Europea, al comisario de Servicios Financieros, Michel Barnier, le faltó tiempo para prometer que los controles financieros aprobados sólo se aplicarán algunos días, porque cualquier restricción a la libertad de capitales, dijo, sólo puede ser “excepcional y temporal”. No aprenden.

Ni se enteran de que la crisis europea es justamente fruto del descontrol financiero establecido por los tratados de Maastricht y Lisboa, con la consagración de la reducción del déficit como nuevo becerro de oro y una generosa patente de corso para que los capitales hagan lo que les dé la gana sin control ni norma alguna, supeditando así los gobiernos soberanos a los beneficios de la banca.

En tal escenario de torpeza, ceguera y prepotencia de la Unión Europea y del FMI, Angela Merkel ha calificado el acuerdo chipriota como apropiado, porque “obliga a asumir responsabilidades a quienes han contribuido a causar los problemas”. Aparte de dudar de que Merkel tenga la menor idea de quienes son los verdaderos responsables de la crisis en Europa, si se trata de que rindan cuentas los responsables de la crisis, ¿qué hacemos, por ejemplo, con Draghi, Monti y otros “infiltrados” de la gran banca en la UE, cuyas acciones u omisiones contribuyeron sin duda a la crisis-estafa? Acciones como falsear y maquillar las cuentas griegas que perpetró Goldman Sachs para que Grecia ingresara en la eurozona. Banca de la que Draghi y Monti eran preclaros directivos. Pero no hay nadie en la cárcel ni siquiera procesado.

Puesto que en Chipre se repite en esencia lo ocurrido en Grecia, Irlanda, Portugal, España… cabe dar por buena la conclusión de Luis García Montero: “El capitalismo ha declarado una verdadera guerra de los ricos contra los pobres, de los mercados contra la soberanía cívica”. Y, por si hay duda, recordemos a Thomas Jefferson, quien hace 211 años diagnosticó que “los bancos son más peligrosos para nuestras libertades que ejércitos listos para el combate. Si el pueblo americano permite que los bancos privados controlen su moneda, privarán a la gente de toda posesión, primero con la inflación y enseguida con la recesión.” Lo que es aplicable a Europa y al mundo, por cierto.

Y, ya en esa línea de defendernos del poder financiero, el antropólogo británico Chris Knight recomienda que, puesto que “ricos y poderosos son responsables de saqueos y violencia a muy gran escala; detengamos ahora y condenemos a esos criminales de alto nivel y ya nos ocuparemos luego de los pequeños”.

Un buen programa tras estudiar lo que ocurre en Chipre y, por supuesto, en el resto de Europa.

El déficit, una excusa para desmantelar el estado de derechos sociales

La estafa y drama de la crisis de la deuda en Europa (o del euro) ocupan portadas. Portugal continúa cayendo: 3,3% menos de PIB el último trimestre. Su gobierno, para incentivar la competitividad (dice), aumenta la cantidad a pagar por los trabajadores a la Seguridad Social del 11% al 18% (que así cobrarán 7% menos) y rebaja la cotización empresarial del 24% al 18%. Así satisface a la troika: FMI, BCE y Comisión Europea. Eso o no habrá millones para la siguiente fase de rescate. Pagan el pato los de siempre: las clases trabajadoras.

En España, crisis e indecente austeridad presupuestaria han destruido más de 200.000 empresas y creado una multitud de cinco millones de desempleados (24%). Eso implica una severa reducción de ingresos en arcas públicas, a la que sumar 80.000 millones de euros de impuestos anuales evadidos. Así las cosas, el gobierno del Partido Popular aumenta el IVA (arruinando al sector de la cultura y pequeño comercio), decreta una amnistía fiscal para los defraudadores y estudia pedir ayuda al Fondo de Estabilidad Europeo. Pero para conceder ese rescate (que es préstamo y no graciosa donación), la Unión Europea exige que se rebaje la ayuda a desempleados, el gasto en pensiones y los presupuestos en sanidad y educación. Violaciones de derechos exigidas por la troika (maquilladas como “condiciones presupuestarias”) que agravarán aún más la situación de la ciudadanía que, en el segundo trimestre de 2012, vio reducidos sus salarios casi un 4%; casi un 8% menos en nueve meses.

En violación de derechos, Grecia se lleva la palma. La troika exige que despidan más empleados públicos y aumente la edad de jubilación para ahorrar 900 millones de euros anuales. Sin embargo no acepta que el gobierno ahorre casi 500 millones de euros cancelando compras de armamento. Y reclama que los asalariados trabajen seis días semanales, (en vez de cinco, cobrando igual), y que baje la aportación empresarial a la Seguridad Social. La troika no acepta ahorros que no sea despedir empleados públicos, rebajar salarios, retrasar edad de jubilación y otros recortes sociales.

Tales medidas han conseguido que Grecia esté cinco años sucesivos en recesión económica, que el desempleo alcance el 23% y la capacidad adquisitiva de los griegos haya caído al nivel de los años ochenta. Por no hablar del incremento de suicidios, relacionados con las rebajas presupuestarias sociales.

Justo lo contrario de lo que exhortan el Consejo de Derechos Humanos de ONU y Amnistía Internacional: “Ninguna crisis económica y financiera disminuye la responsabilidad de los gobiernos y de la comunidad internacional para respetar los derechos humanos”. En Europa, por lo visto, esos derechos se arrojan hoy a la cloaca.

Ver las exigencias de la troika da que pensar. ¿Cuáles son sus verdaderos motivos? ¿Controlar el déficit? No parece, aunque se proclame. El retroceso económico no cesa y no pueden ser tan estúpidos. Quizás la respuesta esté en una ilustración del humorista El Roto: Una mano con anillo ostentoso en un dedo índice enhiesto y monitorio, mientras alguien gallea: “Lo siento, amiguitos, pero las conquistas sociales solo eran concesiones temporales”.

Como dijo Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo, hablando sobre conflictos de la crisis para The Wall Street Journal: “Por supuesto que es lucha de clases y mi clase va ganando”. En realidad, la minoría rica y sus cómplices gobernantes dicen a las clases trabajadoras con sus políticas de recortes; ¿pero que os habíais creído, qué sois como nosotros?

El control del déficit no es el motivo principal, aunque esté ahí. Es el pretexto, un casus belli. La minoría rica y privilegiada (unos miles de banqueros, de grandes empresarios, de grandes inversores-especuladores y de políticos cómplices, más gobiernos siervos) quiere cancelar el denominado “estado de bienestar” (que habría que llamar mejor «estado de derechos sociales»). Y lo está logrando.

Como dice Cayo Lara, coordinador general de Izquierda Unida en España, con el realismo y los pies en el suelo propios del agricultor que es: “No quieren crear empleo, porque les interesa mantener una enorme bolsa de reserva de parados para presionar sobre los salarios y las condiciones laborales. El objetivo no es crear empleo, sino bajar los salarios”.

Esta crisis es lucha de clases, como reconoce Buffet. Habrá que cambiar tácticas para que venza la justicia.

Así no se puede salir de la crisis

Tras meses de penoso espectáculo de indecisión y desunión, los países de la eurozona han alcanzado un acuerdo para presuntamente afrontar la crisis de la deuda, los ataques especulativos y la inestabilidad financiera. Llega con retraso y está por ver cómo se concreta. Y si es el acuerdo que beneficia a la ciudadanía europea. También habrá que conocer cuál es la letra pequeña del acuerdo más allá de los titulares de portada

El acuerdo dice que los bancos europeos renuncian a cobrar la mitad de la deuda griega para asegurar que cobraran la otra mitad; por contra, habrá recapitalización de la banca (70 bancos europeos necesitan 106.000 millones de euros, aunque en realidad quizás sea el doble) y el fondo de rescate se aumenta hasta el billón de euros. Como en la ruleta, aunque a simple vista no lo parezca, la banca siempre gana.

¿Respuesta a la crisis, estancamiento y amenaza de recesión? No. Porque la Unión Europea no está nada unida y se empecina en una desastrosa política neoliberal que no ha dado ninguno de los frutos esperados. La vieja Europa se tambalea, no levanta cabeza. Incluso Alemania sufre; la ciudadanía, claro, no la minoría rica.

Alemania ha crecido en macrocifras por la exportación, pero ese crecimiento no ha beneficiado a la ciudadanía. Ni siquiera a la clase media: cinco millones de alemanes ya no pertenecen a la misma porque viven bastante peor o incluso mucho peor.

Los salarios alemanes no han aumentado como la riqueza generada, es más, se han congelado y ha crecido el trabajo precario (22% de empleos), mientras el número de parados ha oscilado entre 3 y 5 millones (12%), según coyunturas temporales concretas. Pero esas cifras no incluyen a mayores de 58 años sin empleo, tampoco a parados en cursos de formación ni a desempleados que recurren a agencias privadas para buscar trabajo. Hay bastantes más parados.

Es más, un informe reciente de la ONU advierte que aumenta la brecha social en Alemania. En los últimos años la pobreza ha aumentado del 6 al 13% de la población; unas 600.000 personas son indigentes completos en tanto que 20.000 de ellas viven materialmente en la calle. Y ha aumentado la desigualdad. Hace 25 años, los directivos de grandes empresas ganaban 14 veces más que sus empleados, pero hoy ganan 44 veces más, mientras el 1% de población posee la cuarta parte de la riqueza.

Alemania es un desastroso escenario neoliberal con todas sus consecuencias. Como neoliberal es la Comisión Europea que reclama más recortes a Italia y España para reducir el gasto público, mientras en Francia, Sarkozy perpetra otro plan contra el déficit. Por ejemplo. Y eso sin hablar de Irlanda o Portugal. Podríamos seguir con la lista de calamidades en el resto de la Unión.

En España, por ejemplo, casi el 22% de hogares cae en la pobreza, cuando en 2009 eran un 19,5%. Hoy, el 36% de familias no puede afrontar gastos imprevistos, un 26% a duras penas llega a fin de mes y los salarios son cada vez más bajos; un 4,4% menos respecto al año anterior. Cáritas ha alertado de que la pobreza se hace crónica en España; se ha multiplicado el número de personas que pide ayuda. En 2007 eran 400.000, pero en 2010 ya fue casi un millón.

Son los frutos de la austeridad y de la respuesta neoliberal a la crisis, mientras la patronal, inaccesible al desaliento, insiste en que se supriman algunos impuestos, se rebajen otros y se desmantele la educación pública a favor de la privada (aunque no lo piden tan claramente). Se ha llegado a declarar que instalaciones hospitalarias pendientes de ser operativas se abrirían cuando se “pudieran permitir el lujo de abrirlas”. ¿El derecho a la salud un lujo? Puro neoliberalismo e injusticia.

¿Cual es la razón de tanta sinrazón? Antón Costas asegura que “con la economía británica en caída libre por la innecesaria austeridad de David Cameron o lo que ocurre con la economía alemana, afirmar que la austeridad es expansiva es como creer en los cuentos de hadas”. Y acusa a los mandatarios europeos de gobernar por consideraciones ideológicas, no por análisis económicos serio de las consecuencias de la austeridad sobre la economía«.

Como ha escrito Paul Krugman, «a medida que los planes de rescate fracasan uno tras otro, las personas más serias de Europa (aún más pomposas y engreídas que sus homólogos de EEUU si cabe) parecen cada vez más ridículas

Lo malo es que, más allá de que los dirigentes europeos sean ridículos, también son nefastos y actualmente se juegan la dignidad, la justicia y la felicidad de millones de personas. Porue el principal obstáculo para enfrentar la crisis es la política neoliberal que los dirigentes euopeos perpetran, la política del neurótico control del déficit, del voluntario descontrol financiero, de la utilización de la deuda para recortar derechos, del mantenimiento del secreto bancario y de la primacía de lo privado sobre lo público. Y así no se sale de la crisis. Ni de ésta ni de ninguna otra.

La canallada de los rescates

Canallada es lo propio del canalla y canalla significa miserable, mezquino y codicioso. El titular de este escrito no es, por tanto, exabrupto sino descripción. ¿O acaso no se comporta de manera avarienta, ruin y mezquina la Unión Europea (con destacado protagonismo de Alemania), Banco Central Europeo y FMI en los llamados “rescates” de los países europeos más endeudados?

Porque los rescates en realidad traspasan la deuda contraída por el sector privado a los gobiernos, es decir, a los ciudadanos. Y todo bajo el manto de la austeridad. El Nobel de economía Joseph Stiglitz, aunque admite que se tomen algunas medidas de austeridad, considera que la histeria de la Unión Europea por la austeridad fiscal no es el camino. Y los rescates sólo empeoran el problema. Porque no rescatan nada, salvo a los bancos. Ahí está Grecia, sin ir más lejos, que ya va por su segundo rescate y no ve la luz ni en pintura.

Como hizo España, Grecia recortó y recorta ahora (con bastante mayor volumen que en el caso español) salarios de funcionarios y trabajadores de empresas públicas, suprime 150.000 empleos, aumenta el IVA, cerrará escuelas, recorta la sanidad pública, suprime inversiones estatales, privatizará empresas públicas… El gobierno griego venderá casi todo el patrimonio público, miles de millones de dólares de activos estatales, aeropuertos, autopistas, otras empresas, bancos públicos, bienes raíces, licencias de juego… Para recaudar fondos y así contentar a los codiciosos prestamistas internacionales. Y de paso para que pecadoras manos privadas hagan el gran negocio con las privatizaciones y luego esas empresas públicas privatizadas funcionen peor.

Stiglitz considera que tanto Estados Unidos como Europa toman una vía errónea al imponer políticas de austeridad, pues así no consigue la recuperación económica sino todo lo contrario. Es más, las autoridades europeas con su austeridad impuesta entregan Europa a la banca y la condenan a la servidumbre de la deuda por tiempo y tiempo.

A más abundancia, recordemos que el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas propone en un reciente informe que “los gobiernos han de reaccionar con prudencia ante las presiones para que adopten medidas de austeridad, si no quieren arriesgarse a interrumpir la recuperación de la economía”. Como se ha comprobado, “las medidas de austeridad adoptadas por España y Grecia a causa del endeudamiento público no solo amenazan el empleo en el sector público y los gastos sociales, sino también convierten en más frágil e incierta la recuperación económica”.

¿Cómo diablos quieren que la economía se recupere si la decapitan?

Aunque el de Grecia sea el caso más dramático, lo expuesto sirve para todos los países europeos a los que se les impone austeridad y recortes a ultranza como España, Irlanda y Portugal. España ha sido elogiada por sus medidas de austeridad por el FMI, Banco Central Europeo y la Unión Europea (y los españoles deberían estar muy preocupados por eso), pero no disminuye el enorme paro (el más elevado de la Unión, casi 21%) ni aumenta la demanda interior ni se vislumbra que la economía despegue aunque, para simular que el camino emprendido es correcto, cada mes se hacen ejercicios malabares para dar sentido positivo a las implacables cifras económicas.

¿Quién gana con la austeridad, con los rescates? La banca.

Los gobiernos que recortan disponen de más dinero para abonar la deuda pública (la mayoría en manos de la banca y entidades similares) y también para proporcionárselo a los bancos si lo precisan que, por cierto, se deben mucho dinero unos a otros. Por tanto, el dinero logrado con los recortes (que vulneran derechos ciudadanos) va a parar a manos de la banca.

Y aclaremos ya que el déficit no es causa de la crisis ni tampoco lo ha sido una mala gestión fiscal, como se pretende. La crisis ha sido causada por la codicia e irresponsabilidad de los bancos, fondos de inversión y otras entidades financieras de similar calaña. Eso sí, con la fiel complicidad de los bancos centrales que solo han tomado medidas en beneficio de la banca. Y ahí siguen.

En cuanto a los rescates, Stiglitz es contundente (como cientos de economistas que no dependen de banco alguno): “No es rescate, sino protección de los grandes bancos europeos”.

Lo de los rescates ha sido sintetizado de modo diáfano por el economista Marco Antonio Moreno: “Las medidas de austeridad implantadas a la fuerza sólo están destrozando a la sociedad y a los países que no pueden cumplir con los pagos que se le exigen. Todo ha sido un fracaso.

Pero de recuperación económica, ni flores. Y, si no hay verdadera recuperación económica, ¿por qué aguantar todos esos sacrificios? Es tiempo de desobediencia civil.

Una plutocracia indecente

Indigna que la Unión Europea se burle de la soberanía de Portugal, cuyo Parlamento rechazó el plan de recortes del gobierno de José Sócrates para reducir el déficit, mientras fabricantes de rumores y medios cómplices insistían en la necesidad de rescate financiero.

El soberano Parlamento portugués rechazó ese plan y Sócrates dimitió. Luego, siendo ya primer ministro en funciones (que no debe tomar decisiones políticas), solicitó el rescate a la Unión Europea, aunque, según desvela Robert Fishman, catedrático de la Universidad Notre Dame de Estados Unidos, la deuda pública portuguesa es muy inferior a la italiana y, su déficit presupuestario, inferior al de muchas economías europeas.

La Unión Europea concede el rescate e impone un durísimo plan de ajuste de tres años con una oleada de privatizaciones (lo de todos cedido a codiciosas manos privadas), ajuste fiscal, recortes sociales presupuestarios, reforma laboral… Se han burlado de la soberanía de Portugal, que el Parlamento representa. Y, una vez más, la mayoría pagará los errores y canalladas de banqueros y “mercados”.

Con la misma motivación que aquel diputado latinoamericano que juró el cargo diciendo “todo por la pasta” en vez de todo por la patria, quienes detentan cargos y responsabilidades de gobierno o institucionales en Europa parecen tener la moral de un gángster y como tal actúan. 

En otro campo de batalla, el inefable Jean-Claude Trichet, presidente del Banco Central Europeo, aumenta el tipo de interés, cuando todos los economistas que no están a sueldo de la banca saben que ese aumento dificulta seriamente la recuperación económica. Pero qué más da si los bancos se benefician. Más aún, un Trichet implacable exige que España continúe en la línea de reformas de los últimos meses. Reformas (como las de Grecia, Irlanda y ahora Portugal) que suponen disminuir las pensiones, menos jubilados con derecho a pensión, congelación o reducción de sueldos, pérdida real de valor adquisitivo del salario, desprotección de asalariados y desempleados, perdida de la vivienda, deterioro de la atención sanitaria, deterioro de la enseñanza, encarecimiento de matrículas universitarias… Más precariedad, más incertidumbre, más pobreza, más sufrimiento.

En suma, vulneración de derechos humanos económicos y sociales; tan derechos humanos como los políticos y civiles. Pero parece que esas reformas que violan derechos no son suficientes. Los “mercados”, según denuncia Fishman en su artículo El rescate innecesario, buscan ahora usurpar la democracia. No soportan la intervención del Estado en favor de la mayoría ni de los más desfavorecidos.

En el colmo de la desfachatez, los neoliberales que perpetran el mayor ataque en un siglo contra los derechos humanos de la ciudadanía europea, camuflan sus sistemáticas agresiones apelando a la solidaridad generacional. Lo ha dicho sin que le temblara un párpado, por ejemplo, el jefe del gobierno autónomo de Cataluña, el neoliberal confeso Artur Mas, al camuflar sus brutales recortes a la atención sanitaria (y los que perpetrará en educación) pidiendo al pueblo catalán que acepte sacrificios y renuncie a una parte de su bienestar… ¡para no hipotecar el futuro de sus hijos! Y se atreve a decir que sólo así esta generación no será la más egoísta de la historia.

Se ha llegado a tal grado de cinismo y degeneración que la defensa de los derechos se presenta como egoísmo. Por eso hemos de gritar hasta quedar roncos que una cosa son nuestros derechos y, otra muy diferente, sus privilegios.

¿Cuándo se convencerán de que el respeto de los derechos humanos no es exceso ni lujo ni prebenda ni graciosa concesión? La miserable y solapada confusión de derechos con privilegios pretende camuflar la criminal actuación de los “mercados”, la obscenidad de la plutocracia europea. Porque si esta Europa no es una plutocracia que baje Dios y lo vea.

Robert Fishman advierte que lo ocurrido a Portugal es una clara advertencia a otros países, incluido Estados Unidos, porque acaso se inicie una etapa de usurpación de la democracia por los “mercados” para asegurar la victoria de la plutocracia chantajeando a los Estados con el  fantasma de la deuda y acabar con la justicia social lograda.

Según el diccionario de las academias de la lengua española, plutocracia es la preponderancia, el exceso de peso, de los ricos en el gobierno del Estado. O plantamos cara a los ricos o será mucho peor.