La abdicación de Juan Carlos I, una renuncia para intentar salvar los muebles.

El presidente del gobierno y el rey anunciaron sucesivamente, el martes 2 de junio por la mañana, que Juan Carlos I abdica en su hijo Felipe.

Decisión sin duda parte de un plan para intentar recuperar la lozanía del régimen monárquico bipartidista del 78. Pero también síntoma del inicio del fin del mismo. Si la ciudadanía se pone las pilas, se organiza mejor y va en la misma dirección, claro.

Ese plan existe, impulsado especialmente por los poderes económicos y financieros del país (el verdadero poder) para revivir y fortalecer el régimen. De ese plan forma parte un gobierno de coalición de PP y PSOE del que se habla mucho en los mentideros de Madrid y que Felipe González pidió explícitamente hace unos días. ¿Por qué ahora? Porque están asustados o, cuanto menos, muy preocupados porque se les acumulan los problemas.

A la cuestión de Cataluña se suma que los vascos ahora también harán una cadena humana a lo largo de su país para reivindicar el derecho a decidir y, por los indicios, tiene pinta de que será tan masiva como lo fue la catalana. Y eso unos centralistas, demócratas a la violeta, como quienes sostienen este régimen, no lo pueden aceptar. Por no hablar de que la Comisión Europea y el FMI insisten en reclamar ‘más ‘reformas’. Y, sabido es, que las dichas ‘reformas’ significan violar derechos, perjudicar a la ciudadanía, que bastante perjudicada está. Y al gobierno no le apetece enfrentarse a una ciudadanía cada vez más cabreada, más resistente.

Pero lo que les ha alarmado más es que se han pegado un morrón electoral considerable, tanto PSOE como PP, en las europeas. Y la izquierda, que está contra este régimen, ha aumentado notablemente sus votos. Más la aparición de un fenómeno social y político que preocupa mucho a la clase política y a la clase dominante: Podemos. Un jovencísimo partido que en solo cuatro meses y sin apenas dinero ha logrado 1.250.000 votos.

Tal vez por eso, voceros oficiosos de grandes empresas y grandes fortunas han aceptado aparecer en la arena mediática para intervenir sin antifaz. En principio sobre la cuestión catalana, pidiendo diálogo entre los partidos del régimen bipartidista y los apoyos nacionalistas periféricos del mismo (CiU y PNV). Pero ¿ocho días después de las europeas Juan Carlos de Borbón abdica? ¿De verdad alguien cree que es coincidencia o casualidad? Hasta un monárquico confeso y militante, como el ex-director de ABC, José A. Zarzalejos, reconoce que la abdicación es «“un instrumento de saneamiento y continuidad de la institución monárquica”. Por supuesto que cabildeaban hace tiempo sobre la abdicación con el sueño de una segunda transición, pero los resultados electorales europeos han abierto la caja de los truenos.

Que todo es un decorado, una apariencia, una farsa, lo muestra el hecho (que publica El Confidencial) de que, en ese escenario, solo faltaba que Rajoy telefoneara a Rubalcaba, tras conocerse los resultados de las europeas, para pedirle que continuara al frente del PSOE. Según El Confidencial Digital, le dijo «te necesito, eres imprescindible para la estabilidad de España«. Sin comentarios.

Sin duda, durante las próximas semanas, los medios que apoyan el régimen bibartidista monárquico (que son los más potentes y la mayoría de los tradicionales, con especial entusiasmo de las televisiones) intentarán llenarnos  la cabeza con la bondad de la monarquía, monarquía o caos…  Disponen de hitos informativos que aprovecharán a fondo para endilgarnos la biografía edulcorada y teñida de aires épicos de Juan Carlos I, su (presunto) papel en salvar la democracia, la vida de Felipe…  Y luego, el trámite parlamentario para aprobar la ley orgánica que permita la coronación de Felipe VI. La ceremonia de asunción de la Jefatura del Estado… Todo para intentar recuperar la popularidad perdida.

La segunda parte de esta historia es que, ocho o nueve horas después del anuncio de la abdicación, se atestaron de ciudadanía la mayoría de plazas del país, exigiendo el fin de la monarquía y un referéndum por la III República. Convocados por Izquierda Unida, Podemos, Equo, Esquerra Republicana y múltiples colectivos sociales, Madrid, Barcelona, Sevilla, Bilbao,Valencia, Zaragoza, Alicante, Burgos, Salamanca, Tarragona, Palma de Mallorca, Badajoz, Vigo, Granada, Girona, Santander, Murcia… pintaron sus plazas de rojo, amarillo y morado por una nueva República.

Tal vez estemos en el principio del fin del régimen bipartidista monárquico. No será fácil pero, como se proclamaba en las plazas del 15 M, podemos conseguirlo.

 

 

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